lunes, 29 de diciembre de 2008

LA HISTORIA DE OMNILIFE COMENZÓ ASÍ....




De vendedor de carnitas a vegetariano

No usa calcetines desde hace años.

“Es una costumbre que adopté porque esas prendas corrompen el termostato de los pies”.

Después de haber sido vendedor de carnitas, pesar algunos kilos de más y usar bigote ancho y tupido, Jorge Vergara cambió su imagen, su manera de ver la vida y se volvió vegetariano.

Hoy toma clases de yoga y hace que sus distribuidores las tomen en carpas blancas y enormes en sus eventos espectaculares.

Su corte de cabello es contemporáneo, se quitó el bigote y los trajes que usa son mucho más modernos.

Ahora posee look deportivo, de hombre casual.

Dos de sus hijos mayores, Kenya y Amaury, tienen sus propios negocios dentro de las empresas de su padre.

La marca de maquillaje que venden a sus distribuidores lleva el nombre de su ahora esposa Angelica, mientras Amaury, un fanático del reggae, es quien dirige OML Entertainment, una empresa de renta de sonido y promoción de conciertos, que alquila sus servicios a Omnilife.

Este año trajeron a Alejandro Fernandez al estadio omnilife en Guadalajara, México.
Un día en la vida de Jorge Vergara, dice, es “muy emocionante y muy divertido.

Me levanto a las 6:30 de la mañana, hago ejercicio, luego hago yoga, me voy a llevar a los niños a la escuela todos los días que estoy en Guadalajara.

Después me voy a la oficina, a la escuela y luego de la escuela a la oficina hasta las 17:30 horas. Voy por los niños y hago diferentes actividades en las tardes”.

--Usted ha respondido en entrevistas que ha sacrificado ciertas cosas y extraña el anonimato de antes...

--Yo no creo que vivir feliz signifique sacrificar nada.

Yo no sacrifico nada, todo lo que hago lo hago consciente, lo hago muy contento.


A lo que me referí es que ahora que me conocen no puedo hacer travesuras y además ya ni tiempo tengo de hacer travesuras.

Es más, ni hago travesuras.

--¿Qué siente cuando sus empleados lo tratan como a una estrella?--

No. Creo que les agradezco las muestras de admiración y de respeto, pero no me tratan como estrella.

Estoy muy cercano con ellos, y probablemente sacan muchas fotos y demás, pero es parte de este sentimiento.

--¿Cree en la suerte?

--No creo ni en la buena ni en la mala suerte.

Creo que todo se hace y no creo en patas de conejo ni en ese tipo de cosas.

No cargo nada ni tengo manías.

--¿Nunca se iría a vivir a otra ciudad?

--Sí, probablemente sí.

Yo creo que va a llegar un momento en el que los niños ya estén grandes y me gusta mucho vivir junto al mar, entonces posiblemente sí me vaya de aquí.

--¿Es tapatío de hueso colorado?

--Soy tapatío, aquí nací, nomás tengo una mezcla: mis papás eran chilangos, entonces me sirvió la mezcla.

--¿Su comida favorita?

--Me gusta toda la comida, mi hobby es comer.

Es por etapas de viajes, hay comida que me gusta mucho como voy conociendo y viajando.

Por ejemplo, ahorita me gusta mucho la japonesa, la contemporánea.

No como carne ni aves ni puerco.

--¿Y las tortas ahogadas?

--Ahogadas... de panela.


Fue mecánico, traductor de textos, vendedor de autos y a los 23 años, subdirector comercial de una empresa llamada Casolar que pertenecía a la firma Alfa, que más tarde quebró.

“Me despidieron cuando la crisis del 81 y fue cuando decidí empezar independiente y uno de los negocios que empecé fue freír carnitas y venderlas y me empezó a ir bien al principio, después me fue muy mal.

Aparte, engordé y me enfermé y fue cuando empecé a buscar cómo estar más sano, bajar de peso y tener una independencia económica”.

Nacido bajo el signo Piscis, el 3 de marzo de 1955, en una familia de clase media, Jorge Vergara prefirió el trabajo a la escuela y dejó sus estudios truncos hasta la preparatoria que terminó en el Tec de Monterrey.

“Empecé a buscar opciones para estar sano”, y tras quebrar con su negocio de carnitas a los 26 años, a través de la invitación de un amigo suyo, llega a Herbalife, una empresa que vendía vitamínicos en pastillas por medio del multinivel.

Después de haberse convertido a los 31 años en primer lugar de ventas en Estados Unidos, Jorge Vergara abre México y Francia para Herbalife, arreglando legalmente en dichos países la reglamentacion de denomiación "suplementos alimenticios" pues no existia dicha definicion en la ley y decide proponer al dueño de la empresa crecer en los países latinos y ofrecer otro tipo de vitamínicos que no fueran pastillas y que se pudieran tomar diluidos en agua, para su mejor asimilación.

Jorge Vergara cuenta que el propietario rechazó rotundamente la oferta de innovar, que si no le gustaba se fuera y lo orilló a crear su propia empresa en 1991 bajo el nombre de Omnitrition, hoy Omnilife con la ayuda de su esposa, tres compañeros y seis distribuidores. (Marck el dueño de Herbalife, más tarde muere de sobredosis de pastillas).

Con 10 mil dólares prestados Jorge Vergara, afirma que inició la empresa de “vitaminas en polvos y líquidos” cuyo nombre hoy se encuentra en 22 países en América, en Europa, y en Asia (China y la India) y que le deja en sus arcas ingresos por 36 millones de dólares anuales, con márgenes de utilidad de 20 por ciento.

Más tarde Jorge Vergara compra el equipo más popular de México, Las Chivas del Guadalajara y en este momento se está estrenando el estadio Chivas de nombre estadio omnilife.

--¿Qué hay entre esos 10 mil dólares y toda esa suma?

--¿Qué hay?

Pues hay Educare (“una escuela para el éxito” en la que enseñan a ser un empresario exitoso, desde maternal hasta preparatoria, en inglés, francés, chino y español"), todas las 35 empresas alrededor, 22 países, Omnilife.

--¿Se imaginó estar aquí?

--Si. Sí soñé despierto con eso, como a los 21 años, con algo de lo que me está pasando ahora.

No con el nombre, no con la marca, pero sabía que algo así iba a suceder.

--¿Empezar desde abajo ha influido para relacionarse con la gente que está en su empresa?

--Yo creo que más que nada, más que empezar desde abajo, es algo que tenía muy claro desde que empecé.

Estaba buscando el éxito, estaba buscando hacer lo que hago con una premisa muy importante que era enseñar a la gente a dar y compartir.

Siempre hemos pensado que si no compartimos el éxito y por supuesto la riqueza y demás, ¿para qué lo hacemos?

--La gente a su alrededor dice que usted no sigue reglas y que a veces no confían mucho en sus decisiones pero al final de cuentas todo le sale bien...

--Es la verdad.

Yo no creo en las reglas escritas.

Al final de cuentas hay muchas reglas que en general en este país y en general para la sociedad se han ido haciendo y aceptando por tradición a las que nadie responde con algo diferente.

Y yo, no es por romperlas o por hacer algo diferente, simplemente hay cosas en las que no estoy de acuerdo como que en las regla de educación nos enseñen el fracaso, el miedo al fracaso, etcétera, en lugar de el deseo del éxito.

Por ejemplo, y como eso te lo puedo decir en todo: el futbol.

Llegué al futbol y me decían: pues es que aquí así es el futbol.

Pues aquí se acabó, aquí no va a ser así, es empezar a romper, a ver qué sucede.

Y pasa con los empresarios y otras gentes.

El romper reglas y cambiarlas o hacer propuestas nuevas da mucho miedo.

El cambio da mucho miedo.

Entonces hay una reacción de miedo hacia nosotros.

--¿Usted nunca ha sentido miedo?

--No, no. Estoy convencido de que no tengo miedo.

Al final de cuentas sé que lo que estoy haciendo está bien hecho, es honesto, es transparente.

Además de eso ayudo a mucha gente y la verdad no vivo con miedo de nada.

Fuente: El Informador.








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( El éxito favorece al osado )

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